LA PAZ EN UN MUNDO PERTURBADO

Paz

“Paz, ¿dónde se encuentra la paz; para las naciones, los hogares y sobre todo para el corazón y la mente?” Este clamor agonizante ha resonado por todas las edades. ¿Es el clamor de tu corazón, también?

Muchos están cansados y preocupados. Sin duda, hay una necesidad de dirección y consejo, de seguridad y confianza. Necesitamos y queremos paz.

¡Qué tesoro es la paz! ¿Se puede encontrar este tesoro en un mundo de tanto conflicto y desesperación, confusión y dificultad?

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¡La gran búsqueda ha comenzado! Multitudes buscan la paz por medio de la fama y la fortuna. La buscan en el placer y el poder, por medio de la educación y el conocimiento, en las relaciones humanas y en el matrimonio. Desean llenar sus mentes con el conocimiento y sus bolsillos con la riqueza, pero sus almas permanecen vacías. Otros están tratando de escapar de la realidad de la vida con las drogas o el alcohol, pero no encuentran la paz que buscan. Quedan vacíos y solitarios, siempre en un mundo atribulado y con la mente inquieta.

La humanidad en confusión

Dios creó al hombre y lo puso en un jardín hermoso para que disfrutara de la perfecta paz, gozo y felicidad. Cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, de inmediato sintieron culpa. Antes, ellos anhelaban estar en la presencia de Dios. Ahora, se escondieron por vergüenza. La condenación y el temor tomaron el lugar de la paz y la dicha que antes conocían. El pecado del hombre fue el comienzo de un mundo perturbado y la inquietud humana.

Aunque el alma anhela a Dios, la naturaleza pecaminosa está en contra de Él. Esta lucha interna produce una tensión y angustia. Cuando nosotros, como Adán y Eva, somos egoístas en nuestros deseos y ambiciones, llegamos a ser ansiosos e intranquilos. Cuanto más nos centramos en nosotros mismos, más atribulados estaremos. Las incertidumbres de la vida y el mundo cambiante y decadente causan la inseguridad y estorban nuestra paz.

Es posible que el pecado sea la razón por tu inquietud, aun si no lo has reconocido ni admitido. Muchos buscan la paz entre las cosas materiales y temporales. Inculpan al mundo perturbado por su inquietud, pero no reflexionan en sus propios corazones como deben hacer.

Jesucristo, el Príncipe de Paz

No puede haber paz hasta que todos los aspectos de la vida estén en armonía con el que nos creó y nos entiende. Esto es posible solo por medio de una entrega completa a Cristo. Él no solo es el maestro del mundo, sino también conoce nuestra vida desde el principio hasta el fin. Estaba pensando en nosotros cuando vino al mundo “para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz” (Lucas 1:79).

Jesús ofrece luz en lugar de tinieblas, paz en lugar de contienda, gozo en lugar de tristeza, esperanza en lugar de desesperación y vida en lugar de muerte. En Juan 14:27 dice: “La paz os dejo, mi paz os doy. . . No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.

El arrepentimiento lleva a la paz

Cuando sientes la carga pesada del pecado sobre ti, el remedio es “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados” Hechos 3:19. Jesús te invita a esta experiencia más bonita y transformadora de tu vida. 1 Juan 1:9 promete: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. ¿Aceptarás su invitación?

Cuando llegas a Jesús, hallarás el perdón y la libertad. En lugar del resentimiento y la irritación, tu corazón se llenará de amor y misericordia. Cuando Jesús reina en tu corazón, tendrás amor para con tus enemigos. Esto es posible por medio del poder de la sangre redentora de Cristo.

La paz duradera

Para el cristiano, la fe en Dios y la confianza en su cuidado son los antídotos contra el temor y la ansiedad. Que tranquilo es confiar en un Dios que nunca cambia y que es eterno. Él nos ama y siempre cuidará de nosotros. Entonces, ¿por qué te preocupas? Aprende hacer como se lee en 1 Pedro 5:7: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. También tenemos la promesa: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Con Jesucristo en tu corazón, tu búsqueda para la paz se ha terminado. Él te dará una paz y una calma que solo viene por medio de confiar en Él. Entonces podrás decir juntamente con el poeta:

Yo conozco una paz, donde no había,
Una calma, donde ruge el viento feroz,
Un lugar secreto donde puedo ir,
A ver la faz de mi Maestro.
                               -Ralph Spalding Cushman

¡Tú gozarás de la paz en un mundo perturbado! Abre la puerta de tu corazón a Cristo ahora mismo y algún día Él abrirá la puerta de la gloria para ti. Allí la paz perfecta reinará y jamás terminará.

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EL DON DE DIOS: LA HISTORIA DE LA NAVIDAD

Jesús en un pesebre

Antes que existía el tiempo había Dios. Creó el mundo y todo lo que hay en él. En su amor, Dios creó al hombre en su imagen y lo puso en un huerto hermoso. El hombre desobedeció las instrucciones de Dios. Esta desobediencia fue pecado y separó el hombre de Dios. Dios les dijo que debían sacrificar animales de un año sin defectos por sus pecados. Estos sacrificios no quitaron sus pecados, sino señalaron al sacrificio perfecto que Dios proveería. Dijo que iba a enviar a su hijo Jesús a este mundo para ser ese sacrificio perfecto por los pecados de todo el mundo.

María y el ángel

El ángel habla a María

Cuatro mil años después, en la aldea de Nazaret, vivía una señorita llamada María. Estaba comprometida con José. Un día un ángel apareció a María y le dijo que daría a luz a un bebé especial. Debería llamarle Jesús. Este bebé no tendría un padre terrenal. Sería el hijo de Dios.

El nacimiento de Jesús

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La estrella que brilla sobre Belén

Después de la visita del ángel, José y María hicieron un viaje largo a Belén para pagar sus impuestos. Llegando a Belén, hallaron la ciudad llena de gente. Pasaron la noche en un establo porque no había lugar en el mesón. Allí nació Jesús. María le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre.

Los pastores

Los ángeles traen buenas nuevas a los pastores

La misma noche, fuera del pueblo, pastores vigilaban sus ovejas. Apareció un ángel y la gloria de Dios les iluminó. El ángel dijo: “No temen. Tengo buenas nuevas de gran gozo para todo el mundo. Esta noche ha nacido un Salvador. Es Jesucristo el Señor. Hallarán al bebé envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Entonces aparecieron muchos ángeles glorificando y adorando a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. Cuando se fueron los ángeles, los pastores dejaron sus ovejas y fueron rápido a Belén. Ahí encontraron al bebé como el ángel les había dicho.

Los magos

Los pastores traen sus regalos

Después que nació Jesús, vinieron magos de otro país a Jerusalén. Preguntaron: “¿Dónde está el bebé que ha nacido a ser el rey de los judíos? Hemos visto su estrella en el oriente y queremos adorarle”. El rey Herodes se inquietó al oír esto. Llamó a los sacerdotes y doctos. Ellos le dijeron que los profetas habían dicho que un gobernador iba a nacer en Belén. El rey Herodes envió a los magos a Belén para buscar a este rey. Saliendo de Jerusalén, la estrella les guió a la casa donde encontraron al bebé Jesús. Se arrodillaron y adoraron, ofreciéndole dones de oro, incienso y mirra. Dios avisó a los magos por medio de un sueño que no regresaran al rey Herodes, así que volvieron a su tierra por otro camino.

El propósito del don de Dios

Jesús fue el hijo de Dios. Vivió sin pecado y fue perfecto en todo lo que hizo. A los treinta años empezó a enseñar a la gente acerca de Dios, su Padre. Hizo muchos milagros, tales como dar vista a los ciegos, sanar a mucha gente de sus enfermedades y hasta resucitar a unos muertos. Más que todo, enseñó como alcanzar la vida eterna en el cielo. Entonces dio su vida como sacrificio por los pecados del mundo.

La Biblia dice en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Jesús vino a este mundo para morir en una cruz como el sacrificio supremo. Con su muerte pagó el precio por todos los pecados. No hay más necesidad de ofrecer sacrificios por el pecado. Esto fue el cumplimiento de la promesa de Dios de enviar al Salvador.

Jesús en la cruz

Aunque hombres malos crucificaron a Jesús, la muerte no tuvo ningún poder sobre él. Tres días después, resucitó victorioso de la tumba. En los días después de su resurrección fue visto por mucha gente. Un día, después de bendecir a sus seguidores, ascendió al cielo.

Cuando elegimos creer en Jesús y entregar nuestras vidas a él, su sangre nos limpia de todos nuestros pecados. Cuando aceptamos este don de salvación, somos unidos con Dios. Entonces Jesús llega a ser nuestro Salvador personal y podemos gozar de las bendiciones de ser su hijo. Algún día Jesús volverá. Llevará a todos los creyentes verdaderos al cielo. Allí vivirán para siempre con Dios.

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EL MODO CRISTIANO DE VESTIR

Hay una manera de vestirse que concuerda con el supremo llamamiento cristiano. Pablo escribe a los filipenses: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo” (Filipenses 1:27). La manera en que alguien se viste es como una ventana, dándonos una vista adentro del corazón. Declara la estima que tiene de sí mismo y revela quien manda en su vida. La voluntad de Dios es que el cuerpo humano sea cubierto de manera modesta, sin exhibirse. Los verdaderos discípulos de Cristo siempre se conocen por su vestuario modesto.

Satanás usa varios métodos para minar el estándar de Dios tocante al modo modesto de vestir. Hay ropa que se pone solo para adornar el cuerpo en vez de cubrirlo de manera modesta. El corazón soberbio del hombre se gratifica con cosas lujosas y de moda. Proverbios 21:4 dice: “Altivez de ojos, y orgullo de corazón...son pecado”. Vestimento atrevido llama la atención a la forma del cuerpo humano y promueve deseos y pensamientos de concupiscencia. Ropa ajustada o que no cubre el cuerpo adecuadamente llama la atención, despierta las pasiones del sexo opuesto y contribuye a la inmoralidad. Es alarmante que muchos profesan la piedad, pero tienen en poco la modestia y la pureza. La humanidad ignora la voluntad de Dios en cuanto a la manera de vestir.

Las palabras de Pablo en 1 Corintios 6:19-20 dan una base para la humildad con referencia al vestido. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. Notemos que el apóstol no dice que el cristiano glorifique su cuerpo. Mejor que glorifique a Dios en su cuerpo y en su espíritu.

Escribiendo a Timoteo, Pablo explica más amplia los principios cristianos de vestirse. Dirigiéndose a las mujeres, escribe: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Timoteo 2:9-10). Pedro también escribe que las mujeres deben evitar los “peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3:3-4). Los “vestidos lujosos” refieren a la ropa que se usa más para adornar que para cubrir el cuerpo de manera modesta. Hay una manera apropiada de vestirse que conviene para el cristiano. Por el otro lado, hay un modo de vestimento que se escoge cuidadosamente para llamar la atención al si mismo y da otra impresión que la de un cristiano sincero y humilde. En Proverbios 6:16-17 leemos que aun los ojos altivos son abominación a Dios.

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Las modas del mundo son tan atrayentes porque apelan al orgullo vano del hombre. Algunos desean tanto ser identificados con la última moda que pierden el sentido común y llegan a ser esclavizados a la moda. Ésta es la condición triste de los que profesan el cristianismo, pero no abrazan el principio bíblico de modestia y sencillez en el vestido.

Las costumbres pueden variar entre las culturas, pero la mayoría de las sociedades distinguen entre la ropa del hombre y la de la mujer.

Romanos 12:1-2 se aplica a este tema. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Esto es una invitación bonita a ofrecer al Señor nuestras vidas en todo aspecto. Aunque estos versículos no solo refieren a la manera de vestir, dan a entender que una santa belleza será emitida de los que son entregados a la voluntad de Dios. Somos bendecidos cuando el atavío del cuerpo físico da testimonio de la presencia de Cristo en nuestras vidas.

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